Presentado recientemente por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el informe posee una gran relevancia en el contexto mundial de la producción de alimentos y el cuidado del medio ambiente donde el foco está en el diseño de estrategias de mitigación y adaptación del cambio climático y en la generación de valores locales de referencia. El desarrollo ha creado una nueva interacción entre las personas, los animales y el medio ambiente donde la salud se encuentra irremediablemente interconectada por lo que sin lugar a dudas esta estrecha interrelación con los animales y sus productos constituyen factores críticos de riesgo y requieren una nueva visión integradora de la Salud pública, animal y de protección del medio ambiente , una salud (the One Health initiative). Como consecuencia la emergencia y reemergencia de enfermedades que afectan la producción y los alimentos, el mundo científico, los organismos internacionales y las autoridades sanitarias han redescubierto los principios de “una Salud” iniciando una etapa de transformaciones para poder enfrentar con éxito estos desafíos y los que vendrán y hacer posible la “Seguridad alimentaria” de la población que implica el concepto de cadena alimentaria “del campo al plato” y la articulación de las distintas disciplinas científicas involucradas en busca de una salud sustentable para todos: humanos, animales y ecosistemas. Según el informe, la ganadería argentina tiene un bajo nivel de emisiones de efecto invernadero a nivel internacional, ya que representan solo 0,15% del total del planeta. Además, en el informe se remarca el compromiso y la responsabilidad que deben mostrar todos los sectores productivos respecto del cuidado de nuestro planeta y de su preservación para las futuras generaciones. Una herramienta fundamental “Carne Argentina, Carne Sustentable”, constituye una herramienta fundamental para el análisis de la sustentabilidad de una de las cadenas más virtuosas de la economía nacional. Según el Dr. Miguel Ángel Taboada, uno de los 45 especialistas convocados por la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) del CONICET que es investigador principal del Consejo en el Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), explica: “Se trata de un estudio interdisciplinario, donde hubo muchas opiniones diversas. El estudio fue muy abarcativo con temas discutidos en un lenguaje accesible a un público alejado del sector rural, pero a la vez profundo”. El estudio se dividió en cuatro subgrupos: En el Subgrupo 1 se analizaron los sistemas productivos de pasturas y pastizales, en el Subgrupo 2, la competitividad asociada a acciones basadas en la sustentabilidad, en el Subgrupo 3 el impacto ambiental de la cadena de producción de ganado y carne bovina; el Subgrupo 4, coordinado por el Dr. Ernesto Viglizzo, investigador jubilado del CONICET, -del que forma parte Taboada- estudió las emisiones de gases del efecto invernadero. El balance y la huella de carbono, y el Subgrupo 5 estuvo dedicado al impacto y tratamiento de efluentes en la cadena de producción de carne y ganado bovina”. Se llevó a cabo un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (i.e. análisis FODA) de la ganadería argentina. “Este análisis FODA debiera ser un instrumento fundamental para usar por los funcionarios y tomadores de decisión de políticas públicas de la Argentina, pues fue generado por integrantes de su sistema de ciencia y técnica y también representantes de la cadena productiva. Esta conjunción de visiones e intereses es una fortaleza del estudio. De alguna forma todos hemos aprendido uno del otro”, señala Taboada. Recomendaciones para mejorar la productividad y mitigar el impacto ambiental En referencia a las recomendaciones que se mencionan en el informe, Taboada que es especialista en suelos y emisiones de gases efecto invernadero, señala: “Sin duda son todas importantes pues de hecho fueron el resultado de un análisis de todo el estudio. A título personal, creo que hay algunas que son básicas o prioritarias, como la necesidad de mejorar las eficiencias productivas de toda la cadena en el país, a fin de “diluir” los eventuales impactos ambientales y climáticos. Existe en la Argentina una enorme disparidad de situaciones en cuanto a eficiencias productivas”. En segundo lugar, y en relación con la parte especifica donde ha actuado el especialista, sostiene: “Creo que no debe confundirse a la modalidad de producción de la Argentina, con una cría vacuna basada en pastoreo de pastizales y pasturas, con la de otros países con climas diferentes, donde la totalidad (o mayor parte) del ciclo es bajo techo, por razones principalmente climáticas. En este tipo de manejos de ganado no es posible, o no existe, la posibilidad de secuestrar carbono en los suelos bajo pastoreo, cosa que si es posible en todos los sistemas del Mercosur”. Y concluye: “A menudo, cuando se cuestiona el peso de la ganadería vacuna en las emisiones de metano se omiten varios aspectos que moderan su importancia: a) el metano no es únicamente emitido por el proceso de fermentación entérica, sino también por otras fuentes muy importantes, como los suelos de arrocera inundados, el derretimiento de suelos permafrost (por ejemplo, en la tundra siberiana), o las fugas fugitivas de tuberías de gas; y b) se omite considerar la compensación de carbono por el posible secuestro de carbono en los suelos en magnitudes que varían en función del tipo de suelo, los aportes y pérdidas de carbono. Este potencial de secuestro de carbono puede llegar hasta una tonelada de carbono por hectárea por año, según un reciente estudio hecho por la FAO. A la hora de defender nuestros mercados y exportaciones, donde la carne argentina es una “marca país” debieran considerarse estos aspectos en su totalidad. No solo lo que emiten las vacas”.